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Desenmascarando El Síndrome del Impostor

Cuando se está transitando por el doctorado, dada la gran presión que se tiene, se suelen pasar por varias etapas emocionales que pueden afectar el desempeño del estudiante, por ello es importante anticiparse, para así poderlas trabajar en ellas y no dejarse llevar por estas situaciones.

Este es el caso del Síndrome del Impostor, que se podría definir como esa sensación de que todos saben o pueden manejar una situación mejor que la persona que la padece. Esta situación es desgastante, ya que el individuo suele estar en un continuo esfuerzo para que nadie descubra que realmente no es merecedor de la posición que ocupa, bien sea en el doctorado o su trabajo.

7 de cada 10 personas padecen del Síndrome del Impostor, y es que según el International Journal of Behavioral Science, más del 70% de las personas se ven afectadas por pensamientos de creerse impostores en el lugar de trabajo en algún momento de sus vidas.

Este fenómeno psicológico afecta la autoestima de las personas, ya que se percibe que no son merecedoras de los méritos que se le acreditan. Además, se pueden reconocer varios niveles en este síndrome, por lo que es vital poder identificarlo a tiempo para así trabajar en ello y no ver afectada la salud mental.

Las tipologías del Síndrome son:
1. El perfeccionista.
Se obceca con que todo debe salir perfecto. Sus metas son muy altas, y es controlador.
En general le cuesta mucho delegar tareas, nunca le es ningún trabajo suficiente.


2. El experto.
Constantemente sienten miedo de verse descubiertos por no saber sobre algún tema. Son vulnerables, lo que los hace continuamente buscar, estudiar y aprender por ese sentimiento de que no tienen el conocimiento necesario. 3. El superhéroe.
Se exige, no saben decir que no. Trabaja sobre horas. Solo piensa en trabajar y en ser reconocido por lo que hace.

4. El individualista.
Ni ayuda ni busca ayuda. Se mantiene solo haciendo su trabajo. Se siente vulnerable al pedir ayuda.

5. El genio.
Siente que todo lo tiene que hacer bien a la primera y si no es así, ha fracasado. Si las cosas no salen como el plan trazado se estresa rápidamente.

Es clave, cuando toma la decisión de vida de hacer un doctorado, entender que, como todo en la vida, muchas cosas no salen como lo planificado, que hay que intentar varias veces e incluso cambiar el destino, pero lo que no es negociable es dejar de creer en uno mismo. Debe aprender a confiar en sí mismo y sus capacidades. En este sentido, el mantenerse siempre activo mentalmente, aprendiendo sobre nuevos temas, es muy necesario, y aquí es donde el aprendizaje continuo es, sin duda, la mejor forma de estar siempre con la mente ocupada.